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Jóvenes líderes sin miedo: lo que el mundo necesita ahora mismo

Por Amnistía Internacional,

Desde la violencia con arma de fuego hasta la brutalidad policial, pasando por la violencia sexual y el acoso, la juventud de todo el mundo, en toda su diversidad, está viviendo realidades violentas. Sin embargo, en una nueva oleada de activismo de derechos humanos, esta juventud pionera se está alzando, emprendiendo acciones y pidiendo un cambio, mientras hace malabarismos entre la escuela, la universidad y el empleo.

Jaclyn Corin, 17 años, Estados Unidos. © AI

“La única manera de sanar era actuar”: Jaclyn Corin, 17 años, Estados Unidos

Jamás imaginé que me sucedería a mí. Parkland estaba calificada como la comunidad más segura de Florida pero, cuando la tragedia nos golpeó y se produjo un tiroteo masivo en una escuela, supe que la única manera de sanar era actuar. Cuando mis amigos y yo nos reunimos, no teníamos ningún plan. Empezamos a trabajar literalmente en el suelo de una sala de estar. Nuestra juventud jugaba a nuestro favor. No éramos adultos tratando de adivinar qué funcionaba con los jóvenes, y no pedíamos permiso. Otros chicos y chicas de todo el país vieron lo que estábamos haciendo y sintieron que podían hacerlo también.
Al ser supervivientes de un tiroteo en un colegio, la gente nos escuchaba. Estábamos enfadados, y nos hacíamos oír. La reacción a lo que nos había sucedido ayudó a que nuestro movimiento creciera más deprisa de lo que hubiéramos imaginado. Es increíble ver el impacto que estamos teniendo, pero también hay un sentimiento de culpabilidad, ya que todo esto ha surgido de algo tan terrible.
Creamos March For Our Lives porque nuestros amigos y amigas que perdieron la vida habrían querido que actuáramos. Lo hacemos por ellos. Me inspiran… los chicos y chicas que están haciendo algo para lograr un cambio; la chica que se presenta candidata a la junta escolar, o quienes organizan March For Our Lives. La gente y el presente son los que me inspiran. Twitter: JaclynCorin@


Raull Santiago, 29 años, Brasil. © AI

“La violencia en mi comunidad debe terminar”: Raull Santiago, 29 años, Brasil

En una favela, la vida tiene dos caras. Por un lado, hay un fuerte sentimiento de comunidad. Por otro, hay violencia policial, alimentada por la desigualdad y el racismo. Todos los días hay gente asesinada violentamente por el color de su piel. He visto mucha violencia en mi vida, y muchas personas jóvenes encarceladas o asesinadas. Otras personas se ven obligadas a meterse en el inframundo criminal sólo para sobrevivir. En Brasil hay un discurso nacional en torno al problema de las drogas y la manera en que las autoridades han optado por combatirlo mediante la violencia. En mi comunidad, 12 personas han sido asesinadas en los dos últimos meses. No quiero quedarme sentado en silencio. Como activista de derechos humanos, estoy decidido a hacer campaña contra la “guerra contra las drogas” y a pedir el final de la violencia en mi comunidad. Estamos celebrando manifestaciones en las calles y representando teatro en la calle para transmitir nuestro mensaje. Creo firmemente que estas pequeñas acciones harán llegar nuestro mensaje a una población más amplia. La gente solía guardar silencio cuando se mataba a alguien, pero eso ya no sucede. Cada día luchamos por nuestras vidas. Es una realidad violenta. Mi tatuaje dice: “Cree”. Aunque resulta difícil tener fe, mi tatuaje es un recordatorio de lo lejos que hemos llegado. Me inspira… la gente sencilla con los pies en la tierra, como mi madre, mi padre y mis amistades. Viven la misma realidad, pero siguen luchando por mejorar las cosas. A pesar de las dificultades, siguen sonriendo. Eso es una auténtica inspiración. Twitter: @raullsantiago ‏


Zachir Enrique José, 18 años, Chile. © AI

“Tengo voz y no me asusta usarla”: – Zachir Enrique José, 18 años, Chile

La gente joven no hace más que oír que no conoce su propia realidad. Es muy frustrante. Yo me identifico como no binario. La gente no sabe quiénes somos. No existimos en el lenguaje ni en la vida cotidiana. Se nos asigna un género por fuerza, pero no tenemos ningún poder de decisión al respecto. Cuando le dije a mi familia que era no binario, no lo entendían. Quiero asegurarme de que los y las jóvenes conocen sus derechos sexuales y reproductivos. Mediante talleres, festivales, libros y fanzines, enseño a la gente joven sus derechos. No es para todo el mundo, pero la mayoría me dan las gracias después del taller. En Chile no suele hablarse de estas cosas y, cuando nosotros lo hacemos, hablamos de manera que los hagamos felices.
Como activista de derechos humanos, seguiré alzando la voz. Soy resistente. Sí, he tenido dificultades, especialmente porque mucha gente se toma la sexualidad en broma, pero hay gente con empatía, así que seguiremos empoderándonos mutuamente. Tengo voz y no me asusta usarla. Me inspira… ¡los y las activistas de mi red!


Manu Gaspar, 23 años, Filipinas. © AI

“Cuando hablo, me siento empoderado”: Manu Gaspar, 23 años, Filipinas

Cuando hablo, me siento empoderado. El hacer oír mi voz fue algo con lo que estuve luchando mientras crecía. Les dije a mis padres que era gay cuando tenía 19 años. Comparado con algunos de mis amigos que revelaron su homosexualidad, tuve suerte, ya que sigo pudiendo vivir en mi casa.
Sin embargo, no siempre es fácil. Mis padres no aprueban mi sexualidad, y es difícil encontrar terrenos comunes. La mayor parte del tiempo, cuando voy a casa, no hablo con nadie.
He hallado esperanza a través del activismo de derechos humanos. Cuando hablo de cuestiones que me apasionan, me siento apreciado, como si estuviera haciendo cambiar las cosas. El activismo juvenil de derechos humanos desempeña un enorme papel en mi vida. Además de mi papel en el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), también formo parte del Colectivo de Jóvenes de Amnistía Internacional. Mucha gente joven se enfrenta a problemas similares, y es una oportunidad de compartir mi historia con otras personas y decirles que las cosas mejoran y que, una vez que lo hacen, tienes la responsabilidad de conseguir que otras personas homosexuales del mundo disfruten de su libertad igual que tú. Lleva mucho tiempo conocerte a ti mismo, pero ayuda cuando encuentras a personas con las que quieres hablar; se convierten en tu familia de elección. Cuando encuentras ese grupo, ves las cosas desde una perspectiva diferente, y te sientes mucho más apreciado. Me inspira… la comunidad LGBTI. Muchas personas lo han tenido mucho más difícil, y de no ser por ellas yo no podría ser yo mismo.
Twitter: mnugaspar@

Haafizah Bhamjee, 22 años, Sudáfrica. © AI

“Sienta bien ver a gente actuar”: Haafizah Bhamjee, 22 años, Sudáfrica

Existe pobreza en torno al periodo, especialmente en la universidad. Ni siquiera puedes hablar de la menstruación, no digamos ya de si puedes permitirte comprar productos de higiene, así que las chicas sufren en silencio. Es deshumanizador.

Mis amigas y yo estamos tratando de cambiar esta situación mediante nuestra campaña #WorthBleedingFor. La mayor parte de la gente piensa que la universidad es un lujo reservado a los ricos, pero no lo es. La gente pobre también va a la universidad. Hay estudiantes que duermen en la biblioteca, y otros hacen cola para recibir paquetes de alimentos, pero la falta de acceso a productos de higiene femenina es un problema real. Estamos presionando para que las universidades instalen dispensadores de estos productos en los aseos, nos hemos puesto en contacto con el gobierno local para que proporcione productos higiénicos gratuitos a las chicas en las escuelas, y estamos animando a las chicas a que hablen de sus experiencias.

Sienta bien ver a gente actuar. El cambio es gradual, pero emocionante. Muy recientemente, un grupo de chicas hizo un vídeo sobre #WorthBleedingFor en el que se mostraba nuestro trabajo de campaña. El saber que hemos llegado a alguien y hemos logrado un impacto fue estupendo.

Me inspira… Winnie Mandela. Era apasionada, decidida, y nunca dejó de hacer campaña.

Twitter: @FizzerBlack ‏

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